En la mañana del domingo 06 de noviembre de 2016 tomé el periódico La Nación, edición en papel, y me encontré con un reportaje en la Revista Dominical llamado «Influencers en Costa Rica: islas de contenido«. Mentiría si digo que el tema no es de mis favoritos, así que lo leí con mucho cuidado.
El reportaje hablaba de algunas figuras del ecosistema digital nacional, algunos conocidos, otros de los que no tenía idea, que se consideran influenciadores. Podemos estar o no de acuerdo con la existencia de estos personajes, pero no podemos negar que la idea de que nos paguen por acceder a nuestros canales sociales es muy tentadora.
Sin embargo, me encontré con una frase que me llamó poderosamente la atención, por su inocencia y por todo lo que implica:
«…vecino de Curridabat de 26 años que hace ocho meses se estrenó como influencer en redes sociales».
Revista dominical, La nación
¿Cómo puede una persona definir en qué momento se vuelve influyente? Y, ¿cómo puede una persona definirse como influyente? Concluí que tal afirmación implica un total desconocimiento del concepto de influencia o el uso incorrecto de un término.
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