Ideas poco convencionales

Autor: estebanmora (Página 10 de 11)

Mi emprendedor favorito murió pobre

Si buscamos en Google por nombres de emprendedores famosos nos vamos a topar con Bill Gates, Steve Jobs, Walt Disney, Thomas Edison, Henry Ford, Richard Branson, Charles Schwab, Oprah Winfrey, Sam Walton, Ray Kroc, Ross Perot, Jeff Bezos y Michael Dell, sólo por citar algunos de ellos.

Todos son ejemplos de emprendedores muy exitosos todos ellos que han dejado una huella en el mundo, pero también todos son multimillonarios. Y es aquí donde yo me pregunto: ¿por qué el éxito financiero es una condicionante para definir el éxito como emprendedor?

Según Wikipedia, un emprendedor es una persona que diseña, lanza y pone en funcionamiento un negocio​ partiendo de una innovación. Bajo esa premisa, el título de emprendedor lo podrían ostentar muy pocos porque no todos desarrollan a partir de una innovación.

Un persona que copia una idea de negocio, una venta de hamburguesas por ejemplo, y la desarrolla en una zona geográfica diferente, sigue siendo emprendedor aunque no haya innovado absolutamente nada. Mientras genere por lo menos un empleo y dinamice la economía, para mi, califica. ¿Pero qué lo hace realmente exitoso?

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Salsa Lizano y el tweet de los $475K

Tarde o temprano, a todos, nos llega la oportunidad de tener nuestros 15 minutos de fama. Pero la pregunta aquí no es si los tomamos o los dejamos pasar, es si hemos hecho lo suficiente para merecerlos.

Antes de que me acompañen a ver ésta triste historia les haré un resumen de los hechos.

A las 2:13 PM del domingo 18 de octubre, pocas horas antes de su concierto en Costa Rica, Katy Perry publicó un tweet que donde hace referencia a la Salsa Lizano, llamándola «oro líquido». Con 76,6 millones de seguidores en su cuenta de Twitter, no hay duda de que cualquier marca desearía tener la exposición que Katy Perry le estaba dando, de gratis.

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La Nación Digital por ¢3000 al mes

Al combinarse la disponibilidad de noticias en línea con una mayor penetración de Internet en el país, cada día es menor la necesidad de comprar la edición impresa de un periódico. Para un medio como La Nación que depende de esas ventas, no importa cuán influyente sea, ésto es un grave problema. Y si a eso le sumamos que la publicidad que puede colocarse en la edición digital no compensa los ingresos perdidos por la disminución en la venta de publicidad impresa el problema se hace aún mayor.

Ayer (lunes 15 de junio, 2015), La Nación anunció que cobrará por su contenido digital y las reacciones no se hicieron esperar, algunos inclusive ya anticiparon su muerte. No voy a negar que en otras ocasiones la estrategia del Grupo Nación ha generado dudas, como el reciente cierre de la radio ADN, pero cobrar por el contenido digital no es un suicidio y menos aún en la actual situación del periodismo a nivel mundial.

Si no se puede hacer la misma cantidad de chocolate con menos cacao, ¿cómo hacer buen periodismo si no hay ingresos suficientes para pagarle a los periodistas? Internet ha golpeado el periodismo como negocio, especialmente a los impresos. Los medios han probado distintas opciones para generar ingresos sólidos de sus ediciones digitales, pero no ha sido una tarea fácil ni exitosa. Colocar publicidad en la edición web ha sido el método más aceptado, pero cambiar la publicidad impresa por la digital es como cambiar dólares por centavos, lo que ha obligado a los medios a convertir cualquier cosa en noticia para generar más visitas en su sitio web y mostrar así más publicidad. Esto, lógicamente, ha ido en detrimento de la calidad de las noticias. El problema es que ni aún así la publicidad logra cubrir todos los costos que genera la operación de un medio digital.

El New York Times fue el primer gran periódico en hacer lo impensable: cobrar por su edición digital. Esto se logra estableciendo un muro de pago (paywall) donde el visitante tiene derecho a ver una limitada cantidad de páginas al mes, pero si quiere ver más debe pagar una suscripción. Aún en 2011 la idea de cobrar por contenido digital era risible, pero hoy en día el 52% de los ingresos del New York Times se generan por esta víaEllos demostraron que el usuario estaba dispuesto a pagar por contenido de calidad. (Por favor, hay que hacer énfasis en la palabra «calidad»). Si es lógico pensar que año con año irán disminuyendo la venta de ediciones impresas, apostarle al muro de pago tiene sentido. Ahora La Nación hace esa misma apuesta. ¿Tendrá éxito?

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