Me gusta el cine, pero no necesariamente “el buen cine”. Si por casualidad la película es buena, genial, pero no suelo hacer una revisión previa en Rotten Tomatoes para ver qué piensan los críticos, ni tengo una calificación mínima en IMDb para decidir si veo una película o no.
Quienes tengan la costumbre de ir al cine con frecuencia es posible que hayan notado que, reabiertas las salas una vez pasada la etapa de mayor incertidumbre de la pandemia, había más películas de terror (u horror) en cartelera que de costumbre. Para alguien como yo, que le rehuye a éste tipo de películas, eso era un problema.
Lo cierto es que ese incremento no era producto de la casualidad, la producción de películas de terror ha crecido año tras año. Según The Horror Report, en el año 2000 se hicieron alrededor de 200 películas del género, número que superó las 1000 para el 2016. Estudios como Blumhouse (Paranormal Activity, The Black Phone, M3GAN) y A24 (The Witch) emergieron como referentes, redefiniendo incluso el modelo de negocios. Ante la pausa auto impuesta por los grandes estudios a la espera de mejores taquillas para sus blockbusters, el terror fue un recurso útil para mantener las salas de cine con oferta.
Entre la decisión de mantenerme lejos del cine, o ceder parcialmente ante el género del terror, opté por la segunda. Luego de varias películas y decenas de sustos, empecé a notar puntos de coincidencia entre algunos de los protagonistas y las características que un buen líder necesita en tiempos de incertidumbre.
No importa si el problema es una posesión demoníaca, una criatura aún no catalogada por la ciencia, o simplemente es un “loco que anda suelto”, resolverlo requiere de habilidades que le vendrían bien a cualquier persona que quiera, u ocupe, un rol de liderazgo en entornos dinámicos e impredecibles.
Construcción de confianza
En la película ‘El Conjuro’ (The conjuring, 2013), cuando la familia Perron experimenta una serie de fenómenos paranormales en su casa, recurren a Ed y Lorraine Warren, reconocidos investigadores de lo paranormal, en busca de ayuda. Desde el principio, los Warren se esfuerzan por establecer una relación de confianza con la familia Perron, comunicándose de manera abierta y transparente.
Los Warren descubren que la madre de la familia, Carolyn, está poseída por un espíritu (Bathsheba). Saben que necesitan realizar un exorcismo, pero también comprenden que la familia Perron debe confiar en ellos lo suficiente para permitirles realizar el ritual.
Se enfrentan a dos desafíos principales. Primero, deben convencer a la familia Perron de que Carolyn está poseída, lo que es, no solo aterrador, sino también difícil de aceptar. Y segundo, deben persuadir a la familia de que el exorcismo es la única manera de salvar a Carolyn.
Ed y Lorraine abordan estos desafíos explicando lo que han descubierto, lo que planean hacer, y por qué es necesario. Reconocen el miedo y la incredulidad de la familia Perron, y les ofrecen apoyo emocional durante todo el proceso.
Esto ilustra una característica clave del liderazgo: la capacidad de ganar y mantener la confianza de aquellos a quienes se quiere, o se debe, liderar. Sin la confianza de la familia Perron, los Warren no habrían podido realizar el exorcismo y salvar a Carolyn.
En el día a día, y aún más en situaciones de incertidumbre, la confianza en el líder es vital para obtener una mayor colaboración y un mejor desempeño del equipo. El detalle está en que la confianza no es algo que se hereda con el puesto, es algo que se construye a lo largo del tiempo y con hechos comprobados.
Capacidad de improvisación
En el clásico del terror ‘El Exorcista’ (The Exorcist, 1973), el experimentado exorcista Lankester Merrin es el encargado de ahuyentar al demonio que ha poseído a la joven Regan. Sin embargo, por su avanzada edad y la propia tensión del exorcismo, muere de un paro cardíaco sin terminar el trabajo.
En este punto, el padre Damien Karras, un sacerdote y psiquiatra, se encuentra en una situación en extremo complicada. El exorcismo ha fallado y el único experto (Merrin) ha muerto. La vida de Reagan está en peligro, y Karras debe actuar rápidamente.
Karras toma la decisión de ofrecerse a sí mismo como un nuevo huésped para el demonio. Reta al demonio a poseerlo. Esta táctica, aunque arriesgada, funciona. El demonio abandona el cuerpo de Reagan y posee a Karras, quien rápidamente salta por la ventana y cae por unas largas escaleras. Karras muere y la amenaza del demonio desaparece.
Este sacrificio destaca la capacidad de improvisación del padre Karras. Estando ante una situación sin aparente salida, tomó una decisión imprevista para salvar a Reagan. Aunque murió, Karras mostró su capacidad para pensar, tomar decisiones rápidamente, e improvisar.
En los entornos empresariales actuales, caracterizados por la volatilidad e incertidumbre, que son muy distantes de la vida misma, los planes pueden requerir ajustes o ser desechados por completo. Una persona con facilidad para improvisar puede adaptarse rápidamente a los cambios y tomar decisiones donde otros se paralizan.
Adaptación
En ‘Babadook’ (The Babadook, 2014), Amelia, una madre sola, lucha por criar a su hijo luego de la trágica muerte de su esposo. El niño tiene una peculiar obsesión con los monstruos, especialmente con uno llamado Babadook, proveniente de un misterioso libro que aparece en su casa.
Al principio, ella trata de ignorar y rechazar la presencia de Babadook, a pesar de las insistentes advertencias de Samuel. Sin embargo, a medida que el monstruo comienza a acechar y aterrorizar a su familia, Amelia se da cuenta de que sus intentos de ignorarlo están empeorando la situación.
La capacidad de adaptación de Amelia se hace notoria hacia el final de la película cuando, en vez de enfrentar a la criatura, decide confrontarla y aceptar su existencia, al reconocer en ella sus propios miedos y traumas. Entiende que el Babadook no es algo que pueda erradicarse al ser una manifestación propia.
Amelia cambia su enfoque, y decide adaptarse a su presencia. En la escena final, vemos a Amelia alimentando al Babadook en el sótano de su casa. Este acto simboliza cómo ha decidido manejar su propio sufrimiento: reconociéndolo, permitiéndole existir, pero manteniéndolo en un lugar donde no pueda hacerle daño a ella ni a hijo.
En el cine de terror, el curso de los eventos no es lineal, la situación cambia de forma rápida e imprevista, obligando a los protagonistas a adaptar sus estrategias. Un buen liderazgo debe hacer exactamente lo mismo, se adapta y flexibiliza frente en ambientes donde la incertidumbre es la regla.
Diversidad e inclusión
En ‘Eso’ (It, 2017), el Club de los Perdedores, un grupo de niños marginados, y muy diferentes entre sí, se une y aprovecha sus fortalezas individuales para enfrentarse a Pennywise.
Bill, un chico tartamudo, es quien lidera al equipo a pesar de estar lidiando con la pérdida de su hermano menor. Ben es un chico bonachón, y con sobrepeso, al que le gusta la historia y la investigación. Beverly, la única chica del grupo, vive con un padre abusivo, y es más valiente de lo que ella misma cree.
Richie, el bromista, utiliza su sentido del humor como mecanismo de defensa. Mike es el único afroamericano del grupo y experimenta el racismo, a pesar de vivir en un pueblo pequeño. Eddie, un chico asmático con una madre sobreprotectora. Y Stanley es un niño judío que lucha contra el miedo y las expectativas de su padre.
Cada miembro del grupo es aceptado y valorado por lo que es, a pesar de sus diferencias. Todos tienen una voz y se les permite ser ellos mismos sin temor al juicio o rechazo. Demuestran cómo las diferencias los fortalece como unidad.
En las películas de terror es común ver cómo personajes muy diferentes aportan perspectivas y habilidades únicas. Un buen líder sabe construir a partir de fortalezas individuales, abrazando la diversidad y la inclusión. Busca puntos de vista diferentes, respeta las individualidades, y fomenta una cultura donde todos se sienten valorados y pueden contribuir desde aquello que los hace diferentes.
Manejo del conflicto
En la película ‘La Bruja’ (The Witch, 2015), los conflictos internos se convierten en un problema adicional a los que causa la misma bruja.
Cuando las cosas empiezan a salir mal, la fe de William, el padre, se tambalea y su orgullo le impide admitir sus errores, lo que repercute en toda su familia. Thomasin, la hija mayor, lucha con su sentido de culpa y responsabilidad cuando su hermano menor desaparece bajo su cuidado, conflicto que se intensifica aún más cuando su familia comienza a sospechar de ella.
Aunque creemos que somos criaturas completamente pensantes, lo cierto es que somos profundamente emocionales. Todos nos enfrentamos a conflictos internos, en mayor o menor grado, gracias a nuestras creencias, miedos, sesgos, familia, etc. Un buen líder debe reconocer estos conflictos en sí mismo y en los demás, y abrir el espacio para su resolución.
Y adicionalmente, cuando de enfrentar conflictos internos se trata, una buena dosis de humildad siempre cae bien.
Para terminar…
A lo largo de la historia, las películas de terror han abordado algunos de nuestros miedos más profundos. Pero más allá de simplemente asustarnos durante un par de horas, estos filmes también nos ofrecen lecciones sobre cómo enfrentar y superar situaciones de incertidumbre, al igual como lo hacen los buenos líderes.
Sea con la confianza de los Warren, la improvisación del padre Karras, la adaptabilidad de Amelia, la diversidad del Club de los Perdedores, o la lucha contra los conflictos internos de William y Thomasin, cada película nos ofrece ejemplos de cómo enfrentar desafíos que parecen ir más allá de nuestra capacidad. Y al igual que los protagonistas de estas películas, todos podemos superarlos y salir más fuertes.
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