El viernes 20 de abril de 2018 se cumplieron 25 años de la muerte de Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes, conocido a lo largo y ancho de Latinoamérica como Cantinflas, el mejor cómico del mundo en palabras Charlie Chaplin.
A esta altura es poco lo que podemos aportar nuevo a su leyenda, pero hay algo que me cautiva de este personaje desde que siendo niño vi El Extra en el desaparecido cine Cid en Tibás, varias décadas después de su estreno.
En esta película Cantinflas interpreta a Rogaciano, un humilde trabajador en un estudio de cine que en ocasiones hace de extra en las películas. Pero mientras actúa su imaginación lo traiciona y se visualiza como uno de los personajes principales de la trama, creando situaciones hilarantes. Hasta que conoce a Rosita y ahí la historia da un giro interesante y muy revelador del gremio del cine.
¿En cuál cantina?
Cantinflas fue el sexto de catorce hermanos, de los cuales ocho sobrevivieron al parto. Nació y se crió pobre, de ahí que aprendiera oficios tan variados como limpiabotas, cartero, taxista, boxeador y torero. Inclusive se alistó en el ejército pero fue dado de baja por haber mentido en su edad. Desde niño tuvo que aprender a adaptarse para sobrevivir.
Saltó a las tablas en la década de los 30s en las carpas mexicanas, primero como bailarín y luego haciendo imitaciones. De tanto darle su toque personal a estas últimas terminó moldeando a un peladito representativo de la sociedad de la época que se convertiría en el personaje que lo identificaría.
Moreno supo evolucionar su arte hasta crear un personaje con quien el público pudiera no solo identificarse, sino también apropiarse y enamorarse.
Pero más que sus actuaciones, fue su peculiar forma de hablar y su capacidad para improvisar lo que lo convirtió en un éxito casi de la noche a la mañana. De hecho su nombre, Cantinflas, nació el día que, actuando en una carpa, un espectador no entendió lo que éste decía le gritó una de éstas dos frases: «¿Cuánto inflas?» o «¡En la cantina inflas!».
Más allá de lo económico y cinematográfico, el impacto de Cantinflas fue social. Tanto así que la Real Academia Española incluyó cantinflear como una palabra y la definió como «hablar o actuar de forma disparatada o incongruente y sin decir nada con sustancia».
A la chingada con el molde
En vez de ajustarse a los moldes de la época, Moreno supo aprovechar sus diferencias para desarrollar algo nuevo. Al principio sufrió el rechazo igual que toda persona que intenta romper un esquema, pero creía en su idea y no se dio por vencido.
Algunos de sus oficios de juventud fueron años después parte de los personajes de sus películas. Limpiabotas en El bolero de Raquel (1957), torero en Ni sangre ni arena (1941) y cartero en Entrega inmediata (1963).
Cantinflas no sólo supo representar la esencia del mexicano que luchaba por salir adelante, también era capaz de convertir en superhéroe a una persona promedio con pantalones rotos y caídos. ¿Hay acaso mejor forma de inspirar que mostrar lo único que hay el común denominador?
Al igual que Cantinflas, todos tenemos algo diferente y único que podemos aprovechar para crear algo nuevo.
Hoy vivimos en una constante lucha por sobresalir, pero irónicamente tratamos de hacerlo con eso que nos hace iguales a los demás, y olvidamos que el valor está en lo que nos hace diferentes. Y ahí está el detalle del éxito.
Como lo que somos
«O actuamos como caballeros, o como lo que somos», decía Cantinflas. Uno de los grandes problemas de la vida es justamente ese, que no explotamos lo que somos, queremos ser alguien más.
Al igual que Rogaciano en El Extra, cada uno de nosotros es el actor principal de nuestra propia película. Y podemos ser una más de las tantas que año tras año quedan en la memoria de unos pocos, o ser el blockbuster del verano. La decisión es nuestra.
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