Ideas poco convencionales

Falsas señales de «poder»

Entre el 01 y el 25 de diciembre la página de Facebook del candidato por el Partido Liberación Nacional (PLN), Antonio Álvarez Desanti, ganó 22970 seguidores. Aunque crecer en esa cantidad en sólo 25 días no deja de llamar la atención dentro de una campaña presidencial tan pobre como la que hemos tenido a la fecha, lo hace aún más cuando vemos que el 96,3% de ese crecimiento llegó luego del día 21.

Pero no es la primera vez que hemos visto crecimientos extraños en redes sociales en una campaña política local. En 2014, la página del candidato Johnny Araya, también del PLN, mostró un comportamiento parecido entre el 05 y 06 de febrero, luego de la primera ronda.

En aquella ocasión, al cierre de la campaña, la página de Luis Guillermo Solís (PAC) ganaba más seguidores por día que la de Araya, 3342 contra 918 en los seis días previos a la elección. Pero entre el 02 y 03 de febrero el crecimiento de Solís se disparó, llegando a 50832 nuevos seguidores, mientras que Araya sumó apenas 1740. El momentum que traía Solís en la campaña más el resultado de las elecciones se reflejaba en Facebook.

Para muchos políticos cualquier número que se vea contundente en una red social, no importa cuán banal sea, es suficiente para alardear. Araya lo hizo el 30 de enero al cambiar la portada de su página de Facebook anunciando que había alcanzado los 203000 seguidores, al igual que Solís lo hiciera diez días antes anunciando sus 100000.

Imagen de cabecera de Facebook de Johnny Araya

Falsa percepción

Sabemos que no existe una correlación lineal entre la cantidad de seguidores en redes sociales y la intención de voto, podemos seguir a un candidato por muchas razones y ninguna de ellas puede ser nuestra afinidad electoral, pero este número sirve para mostrar poder y en política cualquier elemento que sirva para vender la idea de que algo se está ganando es útil.

Si el número de seguidores en una red social envía algún tipo de mensaje, no debería sorprendernos que la página de Araya ganara 21904 seguidores entre el 04 y 05 de febrero, y que sumara sólo 280 al día siguiente. Pero un crecimiento así, sin una aparente explicación ni continuidad, merece atención.

El número de seguidores en el exterior había pasado de 24,4% el día 04 a 31% el día 06. En otras palabras, había ganado 21904 fuera de Costa Rica. Nunca sabremos si esos seguidores fueron comprados, pero es la explicación más sencilla e inclusive podemos entenderla, aunque sea imposible aceptarla.

Que más de 50000 personas siguieran a su rival en menos de 48 horas era un golpe contundente a su campaña y tenía que responder de alguna manera en el mismo terreno. Si no había crecido de forma natural, podía hacerlo de forma artificial. Entonces, comprar seguidores para vender la idea de que no se estaba quedando atrás es comprensible.

El problema es que esto no sólo reflejaba un desconocimiento total del componente digital, también denotaba la inseguridad de su equipo de campaña.

Las redes sociales no son un fin en sí mismo, son una parte más de todo el aparato de comunicación. Hacerlas crecer es importante porque son el canal a través del cuál un candidato puede exponer sus ideas de forma directa, pero tener muchos seguidores por el hecho de tenerlos no demuestra nada. Luis Guillermo Solís obtuvo la mayor cantidad de votos en primera ronda (30,64%) llegando con 30931 seguidores menos en Facebook que José María Villalta (17,25%) al día de las elecciones.

La mejor forma de medir el éxito en una red social no es con la cantidad de seguidores, es con la amplificación del contenido. Si el contenido es de calidad y oportuno, se amplificará de forma natural y los nuevos seguidores empezarán a llegar. Además, llevará implícito el respaldo de quien lo comparte, lo que le da aún más valor al generador original.

En 2018

Lo que vivimos en 2014 con la primera elección donde las redes sociales eran ya una norma y no la excepción en las estrategias de campaña nos tuvo que haber dejado algunas lecciones, pero parece que a algunos aún les falta por aprender.

La página de Facebook de Antonio Álvarez Desanti pasó de tener 4,3% de seguidores fuera de Costa Rica el día 11 de diciembre a 18,6% el día 26. En ese lapso sólo ganó 687 seguidores en el país, pero para el día 26 ya sumaba 5308 en Indonesia, 3230 en Bangladesh, 2798 en India y 1805 en Pakistán.

El inusual crecimiento de seguidores en su página nos queda aún más claro en el siguiente gráfico:

Seguidores de la página de Antonio Alvarez Desanti

Según el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos, ninguno de los cuatro países antes citados aparece dentro de los 20 principales destinos de los costarricenses que emigran. ¿Crecimiento natural o artificial? No lo sabemos, pero sin lugar a dudas es sospechoso.

Tomando como referencia el crecimiento entre el 01 de noviembre y el 20 de diciembre en Facebook y a los diez candidatos con más seguidores, sólo Otto Guevara y Mario Redondo ganaron menos seguidores que Álvarez. ¿Estaremos viendo un refrito de historia del 2014? Es posible.

El engaño al usuario

Si es necesario enviar una señal de «poder» con la cantidad de seguidores, tampoco sería extraño encontrarnos con que se contratan reacciones a publicaciones o que se utilicen cuentas falsas para responder a comentarios contrarios a un candidato, todo para reforzar ese juego de percepciones en el que se ha convertido la política digital.

Por eso debemos estar muy atentos porque un buen porcentaje de la campaña en digital puede estar cargada de ingredientes artificiales y eso hace más difícil la toma de una decisión tan delicada.


Créditos: Imagen tomada de CRHoy.com.

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2 comentarios

  1. Carlos Roberto Salazar Solis

    Esteban ya los candidatos se manifestaron en contra de esta practica y que ellos ni sus equipos de campaña tienen algo que ver con esto. De verdad es imposible conocer el origen de esos likes fraudulentos. Me refiero a la cabeza. O será que los politicos; para variar estan mintiendo y efectivamente esto es una herramienta más para alcanzar zapote ?

    • estebanmora

      Lo único que tenemos a mano es el hecho y una teoría de su posible explicación para inferir quién lo hizo y por qué, pero nada más. Hay comportamientos que el mismo contexto los explica al 99% pero nunca vamos a tener total certeza porque nadie va a admitir que lo hizo. :-/

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