Al inicio utilizamos las redes sociales ocasionalmente para estar en contacto con nuestros amigos, pero con los años prácticamente todas las industrias del mundo se sumaron a participar activamente de ellas, de ahí que la misma inercia del mercado nos obliga a utilizarlas cada día más.
Pero conforme éstas fueron ganando relevancia también ha ido creciendo nuestra dependencia de ellas para consumir información, a tal punto que las hemos convertido en el tablero de mando de nuestra conexión con el resto de la civilización.
Ante tal dependencia deberíamos hacernos una pregunta: ¿cabe la posibilidad de que, en vez de mantenernos informados, las redes sociales nos estén mostrando su versión de nuestra realidad?
Facebook, la red social más importante, no organiza la información que muestra en nuestro muro de forma cronológica e imparcial, desde 2010 lo empezó a hacer a través de un algoritmo, originalmente llamado Edgerank, que decide lo que es «de interés o relevante» para nosotros, aunque eso suene increíblemente absurdo.
Posiblemente nunca llegaremos a saber qué variables toma en cuenta Facebook pero podemos inferir que nuestras interacciones previas con el contenido, las de los amigos con los que más interactuamos, nuestra preferencia histórica hacia cierto tipo de información, el tiempo de lectura y los clics sobre enlaces externos son algunas de las que hacen que éste muestre ciertas publicaciones de páginas o de amigos con más frecuencia que otras.
La forma de probar los efectos de este algoritmo sobre nuestro muro es muy sencilla. Busquemos directamente el nombre de un compañero de colegio que tenemos de amigo y de quien hace rato no tenemos noticias, si descubrimos que ha publicado con frecuencia y no lo hemos visto es porque Facebook determinó que él, o su contenido, no es importante para nosotros y por eso lo hizo cuasi invisible. ¿Injusto? Es posible.
El problema
Si en Costa Rica hay un millón de personas en Facebook, la realidad del país debería ser la misma para todos, pero cuando un algoritmo decide por nosotros podemos tener un millón de realidades, una para cada persona, y posiblemente todas diferentes. En otras palabras, Facebook nos coloca dentro de una caja de resonancia donde no todo logra ingresar.
Imaginemos que seguimos igual cantidad de páginas de ciclismo y de fútbol, como es mi caso. Si Facebook detecta que solemos interactuar más con las páginas de ciclismo o con publicaciones de amigos que hablan más de ciclismo, gradualmente irá mostrando más contenido de este deporte, relegando el contenido de las páginas de fútbol a un segundo plano. Esto, lógicamente, genera un desbalance en el tipo de contenido mostrado. O dicho de otra forma, nos oculta parte de la realidad.
Llevemos el mismo ejemplo a la agenda informativa nacional; podemos seguir a todos los medios del país, pero es posible que el contenido de algunos no aparezca en nuestro muro porque Facebook ha determinado que no es relevante. Entonces, si dependemos mucho de Facebook para nuestra dosis diaria de información posiblemente no nos enteremos de algunas cosas que suceden en el país y son importantes.
El gran problema
Cuando se forma una caja de resonancia a nuestro alrededor se van creando silos de información que nos pueden llevar a pensar que lo que vemos es la realidad total, cuando sólo es una parte de ella. A modo de ejemplo, si sólo vemos dos o tres escenas y no la película completa, tratamos de decidir si es buena o mala a partir de algo incompleto.
Los efectos de la caja de resonancia de Facebook no se hicieron visibles públicamente hasta las elecciones de los Estados Unidos en 2016 cuando Donald J. Trump resultó ganador. El algoritmo de Facebook no mostraba información de los candidatos de forma equitativa, creando decenas de millones de realidades diferentes que beneficiaron al candidato Republicano.
¿Podía el algoritmo determinar si el interés de una persona por Trump era real o consecuencial? Ni idea, pero si el algoritmo no entendió bien el motivo del interés pudo haber metido a la persona accidentalmente en una caja de resonancia. Y aunque Facebook lo niegue, realmente pudo haber alterado el curso de la elección en Estados Unidos.
¿Y en Costa Rica?
No podemos negar la influencia que tiene Facebook en el contenido que consumimos todos los días, y aunque el panorama electoral no es el mismo al de Estados Unidos, no hay argumentos para pensar que la caja de resonancia de Facebook no nos va a afectar de alguna manera. En mi caso particular he notado que oculta publicaciones de algunos candidatos.
El electorado en Estados Unidos se debate cada cuatro años entre dos partidos mayoritarios, el Republicano y el Demócrata. Pero en Costa Rica el bipartidismo se rompió desde 2002 y la elección ya no es entre blanco y negro, lo que hace la decisión más difícil. Y si a eso le sumamos que cada día las personas simpatizan menos con los partidos, la decisión se complica aún más.
Con más de diez candidatos compitiendo por la presidencia, cada uno de ellos con su página, lo que vamos a tener es una gran cantidad de contenido compitiendo por aparecer en el muro de sus seguidores. Si nosotros o nuestros amigos no interactuamos con el contenido de un candidato en particular, el algoritmo de Facebook puede pensar que este no es relevante y lo hace prácticamente invisible, obligando a solventar parcialmente el problema con pauta publicitaria. Si en algún momento vimos a las redes sociales como un gran ecualizador, los algoritmos están acabando con este ideal.
Pero no nos quedemos solamente en la propuesta de los candidatos, los medios informativos también son actores de peso en las campañas políticas y un sólo me gusta puede hacer que el algoritmo modifique nuestra oferta informativa sin darnos cuenta. De nuevo, nos quedamos sólo con una versión de la historia, la que más simpatiza con nuestras características pasadas.
¿Hay solución?
Hay que estar conscientes de que mientras aceptemos participar en una red como Facebook no podemos luchar contra el algoritmo, pero podemos estar conscientes de que existe y que nos afecta, y que no podemos depender de las redes sociales para construir nuestra realidad. Debemos mezclar fuentes, triangular medios y, de vez en cuando, retomar aquella antigua práctica de navegar por la red.
¡Extra! Recientemente participé en un reportaje sobre este tema en 7 Días de canal 7. Pueden verlo en este enlace.
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Excelente aporte.